MAURICIO WIESENTHAL:
Un Ave del Paraíso en los Tiempos Modernos.
Por Esther Paredes.
Perteneciente a una familia enraizada en la clase docente, hijo de un catedrático, nieto de un impresor alemán y biznieto de un músico, rodeado de una tradición intelectual, disfrutó desde muy temprana edad de una educación internacional y humanista aliñada con numerosos viajes por toda Europa y más o menos largas estancias en distintos lugares del planeta.
Residió en París en uno de los momentos históricos más carismáticos: Mayo del 68. No participó directamente en los acontecimientos más desenfrenados pero aquellos ideales han formado desde entonces parte de este escritor, al que sin duda se puede calificar de humanista, y que recoge en su obra ese horizonte de esperanzas que fue bandera de aquellos jóvenes. Él mismo ha escrito: "Yo soy hijo de aquél sueño", haciendo referencia a la Primavera de Praga. Un sueño compartido en parte también por el reverendo Martin Luther King, quién dejó para la posteridad una frase emblemática: "I have a dream".
Para un intelectual que no participa activamente mayoritaría de su época, marcadamente influída por el marxismo, no debe resultar nada fácil sobrevivir como rara avis llevando adelante un proyecto literario anclado en una cosmovisión que tuvo su apogeo unos 400 años antes.
Sigilosamente se ha hecho acreedor de una obra compuesta por más de cien libros, traducciones de autores extranjeros y versiones a otros idiomas. Toda una vida, pues, que ha girado en torno a la palabra escrita, al verbo al fin, aderezada con un finísimo humor y en ocasiones cierta socarronería, un humor intelectual a decir de algunos.
Con ocasión de la reciente publicación de su libro "Luz de Vísperas" Eva Díaz Pérez ha escrito en el nº 113 de "Mercurio": "Si en este país no se confundiera literatura con éxito editorial, los buenos libros tendrían su espacio en las librerias y en los medios. Pero aquí la hojarasca suele eclipsar las joyas que de vez en cuando, y discretamente, aparecen entre las novedades. Esta debe ser la razón por la que "Luz de Vísperas", uno de los más interesantes libros publicados en España, ha pasado desapercibido, fascinando sólo a una camarilla de incondicionales que va aumentando día a día". Para ella este autor entronca con los grandes escritores del siglo XX. Mi percepción lo enraizaría con una época anterior: el re-nacentismo. Sirvan unos pocos ejemplos para reforzar esta afirmación que sólo puede avalar su obra y su trayectoría. En sus libros "Diccionario del Vino" (Salvat), "La Cata de Vinos" (Alba Editorial, 2005) y "El Gran Libro del Vino" (Salvat) se nos revela el enólogo y profesor del Centro Cultural del Vino de Barcelona. Es también autor de un poemario "Escucha Israel" y de los libros de viaje "Yucatán y los Mayas", "Perú" y "Memorias de México" y no escapa el ensayo a su aguda visión. Así lo ponen de relieve los trabajos "La Hispanibundia", "Galeria de la Estupidez" y "La Belle Epoque del Orient Express". Con la misma soltura que arranca notas a su flauta travesera es capaz de captar bellísimas fotografías que nos ha dado a conocer en su faceta de reportero de viajes e historiador de la fotografía "Historia de la Fotografía" (Salvat, 1979) y "Storia della Fotografia" (Instituto Geográfico de Agostini Novara, 1983). Tambien ha sido profesor de Historia de la Cultura en la Escuela Superior de Comercio de Cádiz y conferenciante invitado en numerosas. Podríamos calificarlo también de enciclopedista si nos atenemos a sus colaboraciones en diferentes diccionarios y enciclopedias. A todo lo expuesto yo lo defino como un espíritu renacentista.
Tras esta extensa introducción en los vastos conocimientos de este magnífico escritor podemos dedicarle unas palabras a su obra "Libro de Requiens" (Edhasa, 2004), un ensayo-homenaje erudito que tiene algo de memorias. Todo un caleidoscopio de personajes pasa ante la retina del lector. Son personajes que, de un modo u otro, han estado significativamente presentes en su vida. A alguno llegó a conocerlos en persona, como Coco Chanel o Jean Cocteau y a otros sólo a través de sus ciudades, sus casas, sus familias, sus textos... como Freud, Tolstoi, Dostoievski o Stefan Zweig. Las primeras lineas que se pueden leer ofrecen toda una declaración de intenciones "En el cementerio de Capri hay una sepultura con un reloj de sol y una cita de Mazzini, escrita en inglés: "THERE IS NO DEATH IN THIS WORLD, ONLY FORGETFULNES (No existe la muerte, sino sólo el olvido)". Con estas palabras abre un paréntesis de 688 páginas que nos deslizarán hasta el último párrafo del libro "No hagamos preguntas. Pero escribí estás páginas para quitarme el sombrero delante de los condenados y para dejar coronas de flores a los pies de los muertos. Ellos no me necesitan, pero yo a ellos sí. Requien aeternan dona eis". No resulta en consecuencia engañoso el título del libro: las historias hablan de muertos, pero también de vivos; de personajes que están presentes en la memoria de este viajero incansable.
A esta obra siguió otra "El Esnobismo de las Golondrinas" (Edhasa, 2007), literatura de viajes en el sentido más amplio del término. En este libro se recorren ciudades y rincones de Europa, de Estambul y Marrakech que forman parte de sus recuerdos y de su vida. Se nos habla de la frontera de España con la cultura árabe y de Nueva York, como la capital del imperio norteamericano y, por tanto, "el otro límite de Europa". Wiesenthal comparte con sus lectores en un sólo párrafo toda una cosmovisión: "Nací en 1943 en el momento en que la vieja Europa agonizaba. Y, quizá por eso me he sentido heredero ¿heredar es ser responsable? de los ideales, el dolor y la culpa de mis maestros. Cuando edité media docena de ejemplares de mis memorias, sólo para mi familia, pensé que el titulo más apropiado para estos recuerdos de mi vida era: Llegar cuando las luces se apagan. Esta es la idea que tengo de la época que me ha tocado vivir. Y el tema principal de mis libros ha sido siempre la preocupación por esta Europa que se nos va muriendo y apagando entre las fiestas y los fastos de la burocracia que la gobierna. Ésta es la Europa de los viajes supersónicos, del bienestar económico, de la globalización, de los nuevos ricos, del optimismo de las vidas triunfantes... o sea: una suplantación de Estados Unidos." Y siempre presente esa vieja Europa que es ancha, punto de partida y punto de retorno para él. Es como una amante que ha aprendido a aceptar con sus claros y sus oscuros, de evocador recuerdo cuando su mirada se remonta hacía los orígenes griegos de un pensamiento que conoce con holgura. "Quizá este libro es también un poco cínico. El snobismo es una actitud distante, estética y filosófica, que provoca naturalmente, el rechazo de todos aquellos que prefieren adaptarse a las convenciones para sacar provecho en cualquier situación. Lo que más odia un oportunista es la independencia del esnob. [...]
Sólo un año después de la publicación de "El Esnobismo de las Golondrinas" ya deleitaba a sus fieles lectores con "Luz de Vísperas" (Edhasa, 2008) que para algunos es la mejor obra de Wiesenthal hasta la fecha. La crítica ha definido esta última obra como "inmensa, completa en la dimensión psicológica y narrativa que ha distinguido siempre a los maestros rusos y centroeuropeos". Tal y como le comentó a Maxi de la Peña en una entrevista concedida recientemente "El continente europeo debe volver a ser un mundo abierto a las ideas", la Europa actual, su gran pasión y su patria intelectual. "¿Qué somos los europeos desde la Segunda Guerra Mundial? Una provincia de Estados Unidos". Hace estas afirmaciones mientras reivindica la democracia de la Grecia clásica y "una vuelta a un mundo abierto a las ideas", que es lo que siempre caracterizó al viejo continente. Un autor tan personal e irrepetible consigue que los críticos saquen lo mejor de sus propias plumas, convirtiendo las reseñas sobre su obra en retazos de miel literaria. Así se expresaba David Martin-Copé en la revista Quimera: "Un vals de amor y muerte tocado en el acorde de Tristán... pero es también un testamento que, por extraño que parezca nos transmite un mensaje de esperanza... Y, por supuesto, encontramos de nuevo el amor, la fascinación por los pueblos nómadas, por las comunidades errantes: los judios o los gitanos europeos.
Musicos vagabundos, sabios pobres y humildes, exiliados... nos queda su lección sobre la desposesión, la renuncia, el poco apego a las fronteras y el terruño. Pero sobre todo nos queda su conmovedora e insobornable dignidad".
Sergio Vila San Juan advertía: "Lean a Wiesenthal, hay muy pocos como él." En el suplemento Babelia, de El País L. F. Moreno Claros resume en un párrafo toda la gama de matices que gestiona con maestría este viajero universal: "Una prosa elegante, a veces de tono levemente elegíaco en violeta o gris, y otras irónica y apasionada, luminosa y engalanada con una sutíl mezcla de egotismo y humildad, que recrea, rememora y rescata a unos personajes inolvidables. [...] Un precioso catálogo de nostalgias".
Poco puedo añadir yo a estas autorizadas recomendaciones. Lean a Wiesenthal y recuperarán el gusto por la literatura de profundo contenido presentada de forma alada, como si sus pensamientos los sostuviese un Mercurio consagrado.
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